José Ramón Suarez. Joven revelación de la pintura dominicana, correspondiente a principio del siglo XXI.
Nació en Santo Domingo República Dominicana el 19 de marzo del  1982.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en la escuela Víctor Estrella Liz y actualmente finaliza su carrera de estudios universitarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD, de Publicidad.
Desde pequeño mostró interés por el dibujo , esto motivó a que sus padres lo inscribieran en clases de pintura con el maestro Guillo Pérez en el año 1996. Con gran deseo de aprender puso mucho interés por la pintura y tras varios años de esfuerzo por el aprendizaje sobre el dibujo. Dentro de la misma escuela participó en varias exposiciones colectivas y talleres de murales. En el corto tiempo de formación artístico-profesional ha recibido distinción y estimulo de muchos maestros y jóvenes talentosos.
En el año 2004 se integra en el taller de pintura del destacado pintor Ramón Sandoval, donde adquirió nuevas experiencias sobre el manejo técnico del color y variantes fusiones sobre el dibujo. Su gran pasión por el arte lo ha llevado a cultivar un planteamiento certero y espontaneo en los recursos tradicionales de la pintura actual, logrando una forma rigurosa y expresiva en el dominio de la técnica y los elementos que facturan sus obras.

Juicio Crítico

José Ramón Suárez
Visible, Color y cuerpo en el espacio

Por: Odalís G. Pérez
ADCA-AICA

Si la mano y el ojo quieren narrar el cuerpo, el color y la luz como símbolo, el espacio entonces mueve formas y miradas. El rostro sin identidad se busca en tiempo, como organizando el gesto, la alteridad, del torso, el recorte de un relato que involucra desde su escenario los elementos propios de la pintura. Se trata de alegorizar la misma luz que da origen al cuadro como síntesis de forma y tiempo. Existe una determinada búsqueda de lo pictórico en cuya inscripción visual se extiende el contenido de lo pintado como eje y punto de base, percepción o percepto, ícono y memoria, expresión propia de un cuadro que quiere ser encuentro de sustancia y forma de la pintura misma. Dirección de la mano que por intuición ocupa, coloca, dice y conduce al pensamiento, al espacio como ocurrencia del pensamiento en el pintar y en la experiencia.       

José Ramón Suárez es un joven pintor que vive la experiencia del asombro, de la búsqueda, del arte de la pintura como necesidad. Pertenece, diríamos, a esa generación que surge en los primeros años del siglo XXI; es dibujante, publicista, ilustrador, e insiste en el aprendizaje de diversas técnicas artísticas. Ha estudiado con artistas y maestros dominicanos desde muy temprana edad. Con el maestro Guillo Pérez ha trabajado por varios años y asiste desde el 2004 al taller del destacado artista Ramón Sandoval con fines de aprendizaje y asesoría. José Ramón Suárez ha insistido en el conocimiento del arte, y lo que hasta hoy es su obra se ha constituido en silencio, observación y búsqueda sostenida; en experimento con la técnica y el lenguaje. Intuición y necesidad han creado en él otra razón de ser y percibir lo artístico en su recorrido y pasión. El artista camina por los cuerpos que dibuja y pinta. Su huella en el cuadro es también un relato, pero además, un acento y un recuento de expresiones donde encontramos figuración poética y simbólica al mismo tiempo. Al observar las pinturas de este joven artista dominicano nacido el 19 de marzo de 1982, entendemos que la vocación forma parte de su modo de existir a través del arte. Su mirada un poco esquiva y su silencio un tanto irónico nos llevan a su pintura. expresionismo figurativo, simbolismo real, barroco y manierismo poéticos nos llevan, nos trasladan al campo de origen de la modernidad y las primeras vanguardias del siglo XX. Suárez no renuncia a la relación entre tradición y modernidad; color y luz, línea y acento, densidad y forma, gesto difuso y tratamiento gestual del cuerpo van asegurando una expresión artística direccional y, sobre todo, representacional. Allí donde el artista estetiza el cuerpo, encontramos la figuración basada en la alteridad del otro, de la visión que induce también al tiempo del descubrimiento del arte. Para este artista dominicano lo que produce efecto y asombro es precisamente lo que se descubre en proceso, procedimiento y memoria de la creación. Lo sensible y lo "decible" aquí se vuelve experiencia fenoménica de la intuición y el pensamiento visible. Lo que se ve como contraste, modelo y figuralidad en la pintura de José Ramón Suárez es, en detalle, la vivencia del pintar en un camino alegórico. Tanto el arte de los 90 del siglo pasado, como ese arte que se va gestando en los primeros años del siglo XXI, aspira a la síntesis de procedimiento y a entender el arte y lo artístico en tanto que idea de una estética de la tradición y la ruptura. Los modos de pintar y representar se reconocen como estilos de pensar el arte y la visión individual.
En el presente caso se trata, además, de un gesto, de una condición, de una experiencia soterrada, en fin, de una presencia individual que asimila un lenguaje atravesado por otros modos de inscribir la artisticidad. En nuestros días el arte asiste a una conversión-deconversión del registro. Existe en algunos artistas la necesidad de volver al registro o a los registros de la tradición figural, modélica, y tópica de las formas reales e irreales. Este fenómeno que podemos localizar en América, Asia, Europa, el Oriente Medio, el África continental y subcontinental, cobra valor e interés en la última década del siglo XX y a comienzos del siglo XXI. Las estéticas individuales surgentes en los noventa, con cierta influencia de los ochenta, quieren visualizar desde el acto creacional aquello que se justifica en una creación de lo visible como razón de ser del lenguaje visual. Traducir desde la visualidad el orden de los sentidos hace posible la experiencia modal de la significación artística. Expresión y conjunción de lo sensible y lo visible producen un nuevo campo de invención que a su vez implica la necesidad de nuevos relatos, nuevas metáforas y nuevas incidencias de lo estético. A partir de las contradicciones propias de una ruta y un trazado representacionales, el artista de nuestros días asume la conjetura, la expresión del ontos y la huella como espacio de la inscripción estético-formal. Lo que se conjuga en este caso es precisamente lo visible y lo sensible como alteridad, como otredad y mismidad incurrentes en la obra y su (s) sentido (s). En todo el arte producido "a la vuelta del milenio" podemos ver cómo los flujos creados por la visibilidad como ritmo de lo plástico, activa la memoria del arte y el tiempo de la incidencia del sentido. Movimiento y fuerza de la intuición constituyen la obra reconocida como expresión y memoria de la cultura. En José Ramón Suárez, la variedad del cuadraje artístico se reconoce por la variación formal y la variante de tema y eje. Rostro, cuerpo, ambigüedad ontológica y colorido progresivo conforman el espacio perceptible de lo pictórico y la pintura que asume como necesidad este artista dominicano. Si pudiéramos reconocer mediante el trabajo de la biographia el ontos, como prueba de una intuición naciente en el arte de finales de los 90 y de comienzos del siglo XXI, ello nos llevaría al conocimiento de lo propio como extrañeza del sentido y el sentimiento de creación que apoya la obra en contexto, solución y lenguaje. Advertir que desde el tratamiento, la técnica y el dispositivo la obra se hace y se constituye como sentido, implica por lo mismo una experiencia individual de creación y memoria. Lo surgente de un proceso de apercepción y creación es aquello que como producto visual nos presenta el artista en vida y acto, forma y sentido, juntura y creación. La concepción del detalle en el marco de la obra traduce, mediante el cuadro, el universo artístico en tanto que proyecto de sensibilidad y mirada. Desde una primera expresión intuida en la bio-grafía del artista asistimos a un espacio, pero también a un cuerpo cuya representación e inscripción se pronuncian en el registro del dispositivo pictorial y pulsional. Se trata, en el caso de José Ramón Suárez, de un movimiento que se expresa en el asombro y la complejidad del acto estético. La correspondencia entre modelo y contramodelo también se da en las pinturas y dibujos de este artista. El hecho mismo de producirse en su obra un fenómeno de creación individual sostenido, nos lleva a entender lo presentificado como detalle en cada cuadro. Resemantizar diversos estados perceptivos y sensibles de la modernidad mediante la pintura crea, en este caso, la posibilidad de un relato de elementos convergentes en el acto estético y creacional.